Cómo actuar ante un traumatismo en el agua: caídas, golpes y colisiones
En entornos acuáticos, los traumatismos son más comunes de lo que parece. Zambullidas mal calculadas, caídas en superficies resbaladizas o choques entre bañistas pueden derivar en lesiones leves o muy graves. Como socorrista, debes estar preparado para actuar con rapidez y criterio ante cualquier traumatismo.
Tipos más comunes de traumatismos acuáticos
- Golpes en la cabeza o cuello al lanzarse al agua
- Caídas desde bordes, trampolines o toboganes
- Colisiones entre bañistas en zonas de mucha afluencia
- Contusiones por contacto con rocas, corales o estructuras
- Traumatismos por resbalones en duchas, pasarelas o escaleras
Evaluación inicial del incidente
Ante un golpe o caída, lo primero es valorar la conciencia y el estado del bañista:
- ¿Está consciente?
- ¿Puede moverse con normalidad?
- ¿Se queja de dolor en cuello, espalda o cabeza?
- ¿Hay sangrado o deformidad visible?
Si hay pérdida de conocimiento, confusión, inmovilidad o sospecha de lesión cervical, actúa con máxima precaución.
Protocolo de actuación paso a paso
- Detén la actividad acuática en la zona afectada.
- Asegura la vía aérea y la respiración si la persona está en el agua.
- Si hay riesgo de lesión cervical, inmoviliza el cuello y no lo muevas innecesariamente.
- Sujeta el cuerpo en bloque para evitar torsiones si es necesario sacarlo del agua.
- En caso de dolor intenso, espera a emergencias sin mover al afectado si no hay riesgo vital inmediato.
- Si la lesión es leve, traslada al puesto de socorro para evaluar y aplicar frío, vendajes o control del dolor.
Cuándo llamar al 112
Debes solicitar ayuda urgente si:
- El golpe ha sido en la cabeza o columna
- Hay pérdida de conocimiento, mareo o visión borrosa
- Se sospecha fractura o luxación
- El dolor impide el movimiento
Nunca minimices un golpe en el agua, por pequeño que parezca: las lesiones pueden tardar en manifestarse y complicarse.
¿Sabías que una zambullida mal hecha puede causar lesiones cervicales irreversibles?
Especialmente en piscinas poco profundas o aguas naturales con fondos irregulares, los saltos de cabeza pueden provocar desde esguinces hasta fracturas vertebrales y tetraplejia. Una señal clara, un socorrista atento y la prevención activa son clave para evitarlo.
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